Entrevista a Philippe Grégoire ante el estreno de "Le bruit des moteurs" en Zinemaldia

 

“El Ruido de los Motores” aborda su pasado como oficial estudiantil en la aduana canadiense. ¿Por qué era importante para usted hablar de ello?

 

“El Ruido de los Motores” es mi primer largometraje y por eso me pareció importante abordar este inicio con un gesto de humildad. Me hubiera gustado ser un joven cineasta talentoso que saque un montón de cortometrajes exitosos, pero eso no es lo que me pasó a mí. Soy hijo de comerciantes y crecí en una región agrícola de Quebec ubicada a unos veinte kilómetros de la frontera entre Canadá y Estados Unidos. Si pude pagar mis estudios de cine y ahorrar suficiente dinero para financiar mis cortometrajes, es porque trabajaba como oficial de aduanas a tiempo parcial en la frontera terrestre.

No me gustaba este trabajo en la aduana y es una parte de mi vida que oculté a mis colegas de cine durante mucho tiempo. El Aduanero Rousseau es sin duda el más conocido de los artistas aduaneros, perolos agentes de aduanas que llevan una carrera como artista en paralelo no abundan. Por lo tanto, esta primera película es una oportunidad para volver a esta experiencia tan singular que fue mi trabajo de agente de aduanas en una época en la que soñaba con el cine.

Con toda humildad, “El Ruido de los Motores” me permite arrojar luz sobre una parte de mi vida que durante mucho tiempo he tratado de negar.

 

De su experiencia con las aduanas, parece que le impresionó sobre todo la formación en materia de armas que siguen los funcionarios de aduanas. ¿Por qué eligió hablar sobre esta parte específica de la capacitación de los funcionarios de aduanas canadienses?

 

Comencé mi trabajo en la aduana en un tiempo de cambio. George W. Bush era el Presidente de los Estados Unidos, y la guerra contra el terrorismo había dominado todo el espacio de los medios de comunicación desde la tragedia del 11 de septiembre de2001. Stephen Harper, el líder del Partido Conservador, acababa de ser nombrado primer ministro de Canadá en 2006, y fue bajo su liderazgo que el armamento de los funcionarios de aduanas se impuso en el país. Esta nueva realidad no fue vista con buenos ojos por todos los funcionarios de aduanas y muchos de ellos se opusieron a este cambio de paradigma

Recuerdo muy bien el gran número de debates que esto generó entre mis colegas y como dividió a los funcionarios de aduanas en dos grupos distintos: los que estaban a favor del armamento y los que se oponían a esta nueva condición. De todo esto, me sorprendió especialmente ver que la retórica de mis colegas había cambiado drásticamente con el tiempo.

Muchos funcionarios de aduanas se habían opuesto vehementemente a armar a los funcionarios de aduanas y, ahora que estaban recién armados con una pistola en el cinturón, de repente me decían con la mayor sinceridad que “el mundo de hoy ya no es lo que solía ser y el armamento de los funcionarios de aduanas es ahora necesario para hacer frente a la amenaza”. Me sorprendió la facilidad con la que una persona podía ser llevada a dejar su visión del mundo para abrazar su opuesto exacto.

Esta nueva observación que hice no me pareció tranquilizadora para el futuro. Fue con pleno conocimiento de causa que hice “El Ruido de los Motores”, que muestra a Alexandre, el protagonista de la película, mientras regresa a su pueblo natal después de estar ausente por un período de dos años. El pensamiento conservador del gobierno de turno ha ganado terreno desde la última vez que Alexander estuvo allí y el joven pronto se enfrentará a esta nueva realidad. A los ojos de los aldeanos y las instituciones en el lugar, Alexander es una presencia amenazante, ya que ahora es uno de esos extranjeros indeseables con quien deben ser tan cautelosos.

 

¿Por qué eligió enfocar su cámara al campo y filmar toda la película fuera de las zonas urbanas?

 

Viví en un pueblo agrícola desde mi más tierna infancia hasta el final de mis estudios de bachillerato y fue allí donde rodé todos mis cortometrajes. Inicialmente era pura coincidencia porque estos eran los lugares que conocía y las historias que quería contar existían allí. Entonces observé que yo era uno de los únicos que rodaban cortometrajes de ficción fuera de las zonas urbanas. Me llevó a entender que tenía la responsabilidad de llevar mi pueblo a la pantalla, de lo contrario estos paisajes nunca se iban a ver en el cine.

 

En la conciencia colectiva, este lugar donde crecí existe sólo por su pista de aceleración. Demasiado lejos de la Ribera Sur de Montreal para ser parte de ella, pero demasiado cerca de la metrópolis para liberarse como región, mi pueblo probablemente pertenecía a una forma de tierra de nadie. Con “El Ruido de los Motores”, volví a apuntar mi cámara a los míos, pero con la diferencia de que esta vez era consciente de la importancia de mi gesto. Tenía la responsabilidad de arrojar luz sobre aquellos en medio del pelotón que, muy a menudo, pasan desapercibidos a los ojos del gran público.

 

¿Cómo se manifestó su cinefilia en la dirección de “El Ruido de los Motores”?

 

Por ser cinéfilo, me conozco buscando constantemente propuestas originales. Esta es la razón por la cual con “El Ruido de los Motores” elegí conscientemente salirme de los caminos trillados con el objetivo de exponerme a avenidas que me hubieran resultado inaccesibles sin este esfuerzo. Esto lo empecé desde la escritura del guion, cuando elegí abrir la película con el personaje de Laura antes de hacerla desaparecer por completo y continuar con el personaje de Alexandre.

 

Esta forma repentina de volcar la narrativa de la película al inicio no fue la que alentaron los grandes autores en la escritura de guiones y arriesgaba a disgustar a un cierto número de espectadores. Este gusto por el riesgo también se sintió en el momento del rodaje, cuando prioricé el uso de planos amplios para cubrir largas escenas de diálogo entre dos personajes. Recuerdo que la duración de las tomas y la ausencia de cortes hacían que algunos fruncieran el ceño en el momento del rodaje.

Por último, exigí que parte de la película se rodara en Islandia con actores y corredores de coches islandeses, aunque la cantidad de dinero que teníamos para hacer este largometraje (199.000 CAD, que equivalen a 135.000 euros o 165.000 USD) se asemeja más a los fondos que generalmente se atribuyen al cortometraje. Sabía que existía este riesgo de que nunca pudiéramos llegar a Islandia, pero tuve que llevarla idea hasta el final para asegurarme de que nunca me cayera en el facilismo. Así que fue un equipo de cinco personas que fuimos a Islandia para rodar la última parte de “El Ruido de los Motores”.

 

Nada se hizo a la ligera con esta película y esta actitud que teníamos nos permitió lograr un objeto cinematográfico que se expresa de una manera bastante singular.

 

 

¿Cómo eligió a Robert Naylor para interpretar al protagonista de “El Ruido de los Motores”?

Robert Naylor es un actor muy conocido por el público quebequense. Hace mucho tiempo que conozco su trabajo porque lo vi en el cine por primera vez cuando él solo tenía 12 años e interpretaba el papel principal en la película “10 ½” de Podz. Luego asistí en 2018 al preestreno de la película “Cuando el amor se cava un hoyo” del cineasta Ara Ball, en la que Robert tiene el papel protagónico. Robert estaba en el teatro durante la proyección y participó en el turno de preguntas y respuestas después la proyección. Me gustó mucho el trabajo de Robert en la película y los intercambios que tuvo con el público me permitieron escuchar a un joven inteligente que sabía cómo echar un vistazo reflexivo a su trabajo como actor. Entendí en ese momento que Robert no solo era talentoso, sino que también era una persona capaz de grandes cosas.

Robert y yo nos habíamos visto solo dos veces entre el momento en que le había ofrecido el papel y el primer día de rodaje. No nos conocíamos en absoluto y nuestra relación se desarrolló a medida que avanzaba el rodaje. Fue una gran aventura y un encuentro muy agradable donde nos hicimos amigos.

 

¿Cómo cree que será recibida la película por elpúblico de Quebec y el público internacional?

Hice esta película para cinéfilos de toda parte, pero también para mis seres queridos y la gente de mi región. He vivido en Montreal durante más de un decenio, pero he rodado todos mis cortometrajes en mi pueblo natal. Este lugar es en el centro de mi cine. Para mí era importante centrar la atención en mi región con mi primer largometraje, pero también me parecía esencial hacerlo echando una mirada franca y crítica a mi pueblo. No siempre presento este lugar en su mejor luz en “El Ruido de los Motores” y a veces me pregunto cómo será recibido este discurso crítico por estas personas que me acogieron. Confío en que la mayoría de ellos reconocerán que se trata de un gesto honesto en el que mi amor por mi región se basa tanto en los éxitos como en las pocas meteduras de pata que caracterizan mi pueblo.

Finalmente, muchos amigos y antiguos colegas con los que trabajé en las aduanas me ayudaron a hacer esta película y espero que les guste el resultado final. Los agentes de aduanas que vemos practicando en la película son verdaderos agentes de aduanas que aceptaron prestarse al juego porque son amigos y porque sabían lo mucho que me importaba este proyecto. No sé cómo los Quebequenses recibirán la película, pero tengo previsto organizar una proyección en el pueblo para todos los que me han dado su apoyo.

Espero que la comunidad local pueda disfrutar viendo esta película, que está dirigida a ellos y que fue hecha por uno de los suyos.